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ACCIÓN POÉTICA

"Te amo como se aman ciertas cosas oscuras. Secretamente, entre la sombra y el alma ".

- Pablo Neruda

M U E R T E  F Í S I C A

M U E R T E

E S P I R I T U A L

Crónica de una Muerte Anunciada

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

 

El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. «Siempre soñaba con árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. «La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros», me dijo. Tenía una reputación muy bien ganada de interprete certera de los sueños ajenos, siempre que se los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de su hijo, ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las mañanas que precedieron a su muerte.

 

 

Del Amor y Otros Demonios

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

 

Josefa Miranda, y el bachiller en artes don Cristóbal de Eraso, que había consagrado media vida a fabricar los artesanados. Había una cripta cerrada con la lápida del segundo marques de Casalduero, don Ignacio de Alfaro y Dueñas, pero cuando la abrieron se vio que estaba vacía y sin usar.

 

En cambio, los restos de su marquesa, doña Olalla de Mendoza, estaban con su lápida propia en la cripta vecina. El maestro de obra no le dio importancia: era normal que un noble criollo hubiera aderezado su propia tumba y que lo hubieran sepultado en otra.

 

En la tercera hornacina del altar mayor, del lado del Evangelio, allí estaba la noticia. La lápida saltó en pedazos al primer golpe de la piocha, y una cabellera vivía de un color de cobre intenso se derramó fuera de la cripta. El maestro de obra quiso sacarla completa con la ayuda de sus obreros, y cuanto más tiraban de ella, más larga y abundante parecía, hasta que salieron las últimas hebras todavía prendidas a un cráneo de una niña.

 

En la hornacina no quedó nada más que unos huesecillos menudos y dispersos, y en la lápida de cantería carcomida por el salitre sólo era legible un nombre sin apellido: Sierva María de Todos los Ángles.

 

 

 

 

 

 

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte 

J.K. ROWLING

 

Entonces… ¿también estoy muerto?-Ah -dijo Dumbledore, sonriendo más abiertamente-. Esa es la cuestión ¿no es cierto? En conjunto, querido muchacho, creo que no.Se miraron mutuamente, el hombre mayor todavía sonriendo.-¿No? -repitió Harry.-No -dijo Dumbledore.-Pero… -Harry levantó instintivamente la mano hacia la cicatriz con forma de relámpago. No parecía que estar allí-. Pero debería haber muerto… ¡no me defendí! ¡Tenía la intención de dejar que me matara!-Y esa voluntad -dijo Dumbledore-, pienso, marcó toda la diferencia.La felicidad parecía irradiar de Dumbledore como una luz, como fuego. Harry nunca había visto al hombre tan completamente y palpablemente satisfecho.-Explíquese -dijo Harry.-Pero ya lo sabes –dijo Dumbledore. Se cruzó de brazos y jugueteó con los dedos. -Dejé que me matase –dijo Harry-, ¿verdad?-Lo hiciste –dijo Dumbledore, asintiendo con la cabeza-. ¡Sigue!-Así que la parte de su alma que estaba en mí…Dumbledore asintió todavía con más entusiasmo, instando a Harry a seguir, con una amplia sonrisa de aliento en la cara.-… se ha ido?-¡Oh sí! –dijo Dumbledore-. Sí, la destruyó. Tu alma está completa, y es completamente tuya, Harry.-Pero entonces…Harry miró por encima de su hombro, hacia donde la pequeña y mutilada criatura temblaba bajo la silla.-¿Qué es eso, profesor?-Algo que está más allá de nuestra ayuda –dijo Dumbledore.-Pero si Voldemort usó la Maldición Asesina –empezó Harry otra vez-, y nadie murió por mí esta vez… ¿cómo puedo estar vivo?-Creo que lo sabes –dijo Dumbledore-. Piensa en lo que pasó. Recuerda lo que hizo, en su ignorancia, en su codicia y crueldad.Harry pensó. Dejó que su mirada vagase por los alrededores. Si efectivamente estaban sentados en un palacio, era uno extraño, con sillas colocadas en pequeñas filas y trozos de verja aquí y allá. Y aún así, él y Dumbledore y la atrofiada criatura bajo la silla eran los únicos seres allí. Entonces la respuesta brotó en sus labios con facilidad, sin esfuerzo.-Tomó mi sangre –dijo Harry.-¡Precisamente! –dijo Dumbledore-. ¡Tomó tu sangre y reconstruyó su cuerpo vivo con ella! Tu sangre en sus venas, Harry, ¡la protección de Lily dentro de ambos! ¡Te ató a la vida mientras él viva!

 

M U E R T E

P S I C O L Ó G I C A

Otelo

WILLIAM SAKESPEARE

 

En la alcoba de Desdémona, entra Otelo con una luz y la despierta. Otelo la acusa de infidelidad y, a pesar de sus negativas, la estrangula. Antes de que muera, entra Emilia para contar la riña en que fue herido Casio, pero la interrumpen los gritos finales de Desdémona ("¡injustamente asesinada!... Muero con muerte inocente"), la cual, sin embargo, muere sin acusar a Otelo. Éste declara a Emilia haberla matado y explica su motivo, la imaginada infidelidad. Emilia defiende la inocencia de Desdémona y, al saber que todo se basa en el testimonio de su marido, Yago, afirma que éste miente, y cuando le ve aparecer, junto con Montano y Graciano, le emplaza a que diga la verdad. Emilia aclara la historia del pañuelo perdido; Yago la mata entonces, furioso de que le descubra en sus intrigas. Se encuentran unas cartas en el cuerpo de Rodrigo que aclaran cómo fue engañado por Yago para atacar a Casio numerosas veces. Entonces hacen prisionero a Yago, y traen también a Casio, herido, para que se aclare todo. Otelo, desesperado, hiere a Yago y se da muerte a sí mismo.

 

 

Estoy Bien

J.J. BENÍTEZ

 

Inicié las investigaciones para el presente libro en el lejano 1968, aparentemente por casualidad. Fueron pesquisas anteriores, incluso, a las llevadas a cabo sobre el fenómeno ovni. No supe por qué lo hacía. Supuse que me llamó la atención. Ahora sé por qué lo hice, y por qué estuve trabajando el ello por cuarenta y cinco años, y en silencio. Nada es casual. Nada es lo que parece...

No pretendo demostrar nada. Los casos aquí expuestos hablan por sí mismos.

Entiendo, eso sí, que la presente información puede rebajar el miedo a la muerte y elevar la esperanza.

Cada suceso es una aproximación a la verdad.

 

 

Divergente

VERONICA ROTH

 

Caminamos juntos por el pasillo y rodeamos la esquina. El elevador me recuerda a mi padre. No puedo dejar de buscar su cuerpo. Está en el piso al lado del elevador, rodeado por cuerpos de varios guardias. Un extraño grito escapa de mí. Me doy vuelta. La bilis sube hasta mi garganta y vomito contra la pared.

 

Por un segundo siento que todo dentro de mí se está rompiendo, y me agacho cerca de un cuerpo, respirando por la boca para así no tener que oler la sangre.

Pongo la mano sobre mi boca para contener un sollozo. Cinco segundos más.

Cinco segundos de debilidad y luego me levanto. Uno, dos, tres, cuatro.

Cinco.

 

 

Las Aventuras de Athur Gordon Pym

EDGAR ALLAN POE

 

Después de haber buscado en vano durante el mencionado espacio de tiempo, decidieron regresar al barco; mas apenas habían tomado esta resolución cuando un débil grito surgió de un objeto oscuro que pasaba flotando rápidamente cerca de ellos. Se lanzaron en su persecución y enseguida le dieron alcance. Resultó ser la cubierta intacta del tumbadillo del Ariel. Augustus se agitaba junto al mismo, al parecer en los últimos

estertores de la agonía. Al cogerlo, vieron que estaba atado con una cuerda a la flotante madera. Esta cuerda, como se recordará, era la que yo le había echado alrededor del pecho y anudado a la argolla, para mantenerle en posición erguida, y al hacerlo así había

preparado, sin saberlo, el medio de conservar su vida. El Ariel era de endeble construcción y, al pasar por debajo del Pingüino, su armazón saltó en pedazos lógicamente; la cubierta del tumbadillo, como era de esperar, fue levantada por la fuerza del agua al entrar allí y, al ser separada de cuajo de las vigas maestras, quedó flotando

(con otros fragmentos, sin duda) en la superficie, sosteniendo a flote a Augustus, quien escapó así de una muerte terrible.

 

 

 

 

 

 

Bajo La Misma Estrella

JOHN GREEN

 

Augustus Waters murió ocho días después de su prefuneral, en la UCI del Memorial, donde el cáncer, que formaba parte de él, acabó parándole el corazón, que también formaba parte de él.

 

Estaba con sus padres y sus hermanas. Su madre me llamó a las tres y media de la madrugada. Supe que había muerto, por supuesto. Antes de irme a la cama había hablado con su padre, que me dijo que podía ser aquella noche, pero aun así, cuando cogíel teléfono de la mesita y vi «Madre de Gus» en la pantalla, me derrumbé. Ella lloraba al otro lado de la línea, me dijo

que lo sentía, y yo también le dije que lo sentía, y me contó que había estado inconsciente un par de horasantes de morir.

 

 

Romeo y Julieta

WILLIAM SAKESPEARE

 

 Cómo, temeroso de esto, teniendo en cuenta la igualdad de su riqueza, alcurnia y posición y en la esperanza de alcanzar un día la reconciliación de las dos casas enemigas, juzgando a Dios propicio, dio a los amantes la bendición

nupcial. Haciendo luego mención de la muerte de Tybal y del castigo y marcha de Romeo, trayendo a capítulo lo del matrimonio proyectado con el conde Paris, refirió la venida de Julieta a San Francisco y el cómo, prosternada a sus pies, llena de indignación, le había ésta jurado poner fin a sus días si no le daba auxilio y consejo; agregando el religioso que, si bien se hallaba resuelto (a causa de una aprensión de vejez y de muerte) a dar al olvido todo el misterioso aprendizaje que le había ocupado en su juventud, movido de compasión y por temor de que Julieta ejerciese alguna crueldad contra sí misma, acallando su conciencia y prefiriendo dañar en algo su alma a consentir que la joven, en perjuicio de la suya, maltratase su cuerpo, se había decidido a emplear sus conocimientos y a darla un narcótico que la hiciese pasar por muerta. Hecha esta declaratoria, contó el monje el envío de la letra por conducto de Fray Anselmo, su asombro en no recibir la esperada

respuesta, el inexplicable hallazgo de Romeo, ya sin vida, en el panteón

de los Capuletos, la muerte, en fin, que se había dado la propia Julieta con la daga de su amante, sin que a él le fuese posible salvarla por la imprevista aparición de los guardas. 

 

 

Hamlet

WILLIAM SHAKESPEARE

 

GERTRUDIS.- No, no... ¡La bebida!... ¡Querido Hamlet! ¡La bebida! ¡Me han envenenado!

 

 HAMLET.- ¡Oh! ¡Que alevosía!.. ¡Oh!.. Cerrad las puertas... Traición... Buscad por todas partes ...

 

 LAERTES.- No, el traidor está aquí. Hamlet, tú eres muerto...

no hay medicina que pueda salvarte, vivirás media hora, apenas... En tu

mano está el instrumento aleve, bañada con ponzoña su aguda punta. ¡Volviose en mi daño, la trama indigna! Vesme aquí postrado para no levantarme jamás. Tu madre ha bebido un tosigo... No puedo proseguir... El Rey, el Rey es el delincuente. 

 

 HAMLET.- ¡Esta envenenada esta punta! Pues, veneno, produce tus

efectos.

 TODOS.- Traición, traición.

 CLAUDIO.- Amigos, estoy herido... Defendedme.

 

 HAMLET.- ¡Malvado incestuoso, asesino! Bebe esta ponzoña ¿Está

la perla aquí? Sí, toma, acompaña a mi madre.

 

 LAERTES.- ¡Justo castigo!... Él mismo preparó la poción mortal...

Olvidémonos de todo, generoso Hamlet y... ¡Oh! ¡No caiga sobre ti, la

muerte de mi padre y la mía, ni sobre mí la tuya!

 

 HAMLET.- El Cielo te perdone... Ya voy a seguirte. Yo muero,

Horacio... Adiós, Reina infeliz... Vosotros que asistís pálidos y

mudos con el temor a este suceso terrible... Si yo tuviera tiempo. 

La muerte es un ministro inexorable que no dilata la ejecución... Yo

pudiera deciros... pero, no es posible. Horacio, yo muero. Tú, que

vivirás, refiere la verdad y los motivos de mi conducta, a quien los

ignora.

 

 HORACIO.- ¿Vivir? No lo creáis. Yo tengo alma Romana, y aún ha

quedado aquí parte del tósigo.

 HAMLET.- Dame esa copa... presto... por Dios te lo pido. ¡Oh!

¡Querido Horacio! Si esto permanece oculto, ¡qué manchada reputación

dejaré después de mi muerte! Si alguna vez me diste lugar en tu

corazón, retarda un poco esa felicidad que apeteces; alarga por algún tiempo la fatigosa vida en este mundo llena de miserias, y divulga por él mi historia... ¿Qué estrépito militar es éste?

 

 

 

 

 

© 2014 by JIMENA MIGUEL. PROUDLY MEXICAN.

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